14 febrero 2009

EL HOMBRE DE LA LLUVIA



Sabes quien soy ¿verdad? Soy el hombre de la lluvia.Soy el que pasea por las calles cuando nadie más lo hace. Cuando la lluvia cubre tu cara, cuando el frió se asienta en tu pecho, cuando las tinieblas te envuelven, entonces es cuando puedes verme. No sabes porqué, pero cuando me necesitas y me llamas siempre acudo a tu encuentro. Entonces, cuando nos encontramos, veo tu cara, tu mirada, tus manos temblorosas y tus ojos asustados. Y yo, como siempre te sonrió con dulzura mientras seco tus mejillas y tomo tus manos. Te abrazo y te llevo lejos de la lluvia y el frió. Las tinieblas quedan atrás y por un momento te veo sonreír de nuevo. Que hermosa es tu sonrisa. Cuando aparece en tu rostro de repente vuelves a ser preciosa. No necesitas hablarme por que tus ojos hablan por ti y me dicen todo lo que un hombre de la lluvia podría desear escuchar. Me dices: cómo lo haces, siempre lo consigues, nunca me dejas sola en los días grises, gracias, muchas gracias… Mientras veo todo eso en tus ojos me siento tan feliz…porque así somos los hombres de la lluvia. Sigo mirándote a los ojos, ahora vivos de nuevo, llenos de cariño y gratitud, de ternura y quietud. Y mientras te sigo mirando, lentamente, la tristeza se adueña de mí. Porque sé que pronto volveré a perderte. La tormenta se aleja de ti y tú corres de nuevo en busca de la luz, de la vida. Quizás haya algún hombre de la luz que te espera, para volver contigo todos los amaneceres del mundo, para poder verte despertar con tu rostro maquillado de felicidad, para hacerte olvidar que hay tormentas y para que no pienses más en mí. ¿Sabes? A veces me gustaría ser un hombre de la luz. Quizás así no te vería con el pelo mojado, ni tiritando, ni desorientada en la penumbra. Me gustaría verte reluciente como el sol, llena de vida como un río en primavera y alegre como una mañana en el bosque… pero sólo soy un humilde hombre de la lluvia. Tan solo sé abrazarte y darte ternura, agitar los brazos para que la tormenta se aleje de ti, sonreírte y decirte con mis ojos que nunca dejare que llores. Pero eso no es lo que hacen los hombres de la luz. Ellos son de otro modo. Ellos temen a la oscuridad y a la tempestad y nunca se atreven a venir a buscarte cuando el miedo te atrapa sin avisar. Pero son pacientes, y cuando la luz vuelve a cubrir tus cabellos con el aura que yo nunca alcanzo a ver, entonces, entonces viene a buscarte.
Yo desde lejos los veo marchar y hasta creo distinguir el aura de la que te hablé. Mis ojos brillan, mis labios sonríen, pero a la vez siento que en mi corazón algo ha vuelto a morir de nuevo. (El último Hogol)  

Dedicado a ti, que eres mi hombre de la lluvia, porque hoy es el día en el que al marcharme hacia la luz, mi rostro se volverá hacia ti y te diré....ven conmigo, quiero enseñarte el amanecer, porque solo tu puedes ser mi hombre de luz.

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